Gaspar Casal desarrolló la mayor parte de su labor como médico en el Oviedo a principios del siglo XVIII, y pasó a la historia gracias a sus avanzados estudios en epidemiología. Destaca entre sus tratados la primera descripción documentada de los síntomas de la pelagra, enfermedad a la que él mismo denominaba “mal de la rosa”. Sin embargo, los textos que más llaman la atención entre sus diarios son precisamente los que cayeron en el olvido: sus notas autobiográficas, que relataban anécdotas íntimas y revelaban sus sentimientos hacia la ciudad asociada al grueso de su actividad.